lunes, marzo 20, 2006

Al sur de Granada

Con este título conozco dos publicaciones: un libro costumbrista de Gerald Brenan y una película basada en el citado libro. Al sur de Granada se desarrolla en la comarca de Las Alpujarras, concretamente en el pueblo de Yegen.

Las Alpujarras o La Alpujarra se extiende por las provincias de Granada y Almería, limitada al oeste por el tramo del río Guadalfeo que corre desde Órgiva a Motril, al norte por Sierra Nevada y el río Andarax, al este por una línea que iría desde Alhama hasta Roquetas de Mar y al sur por el Mediterráneo. El resto del río Guadalfeo y la Sierra de la Contraviesa dividen la comarca en lo que se conoce como Alpujarra Alta y Alpujarra Baja, siendo la Alpujarra Alta, asentada en las faldas del Mulhacén y Veleta, la que con más propiedad puede utilizar el nombre. Durante muchos años La Alpujarra ha sido una tierra ignorada y sus habitantes tachados de palurdos y “atrabucados” de modo que, sobre todo los de las tierras bajas, renegaban de su condición de alpujarreños. Con el advenimiento de la democracia empezaron a recuperarse antiguas tradiciones e inventarse otras de tal modo que ahora pueblos que nunca pertenecieron a la comarca, se apuntan a caballo ganador.

Hay discrepancias sobre la procedencia del nombre. La versión oficiosa dice que deriva de Abuxarra, la indómita. Mohamed, un marroquí de Salé (ciudad fundada por los moriscos expulsados de España), me decía que Alpujarra significa La Huerta de la Montaña. Esta definición me gusta porque es eso exactamente: un vergel. Nada que ver con la Andalucía tópica, calurosa y semidesértica. Los hielos de Sierra Nevada riegan sus bancales y, a medida que bajan, se van enriqueciendo hasta manar a borbotones por Vélez-Benaudalla y Albuñol.

Bien, llegamos a lo que en realidad quería relatar. Cada verano hago la ruta de La Alpujarra granadina con la excusa de comprarme un jamón en Trevélez y calculo el tiempo para llegar a Capileria a la hora del almuerzo y meterme entre pecho y espalda un Plato Alpujarreño en el Mesón Poqueira. Este plato es una de las tradiciones inventadas pero es un buen invento: huevo frito, rosco de morcilla y/o longaniza y loncha de jamón de Trevélez en lecho de papas a lo pobre. Se suele acompañar con una jarrita de barro rellena con vino de la costa para rematar con un tocinillo de cielo y una siesta a la sombra de un árbol. Con el turismo, lo de la siesta es imposible: todas las sombras andan ocupadas.
En uno de estos viajes descubrí Al Sur de Granada de Brenan y me lo compré. Empecé a leerlo aquella misma noche y no pasé de la página 20. Don Herardo, así lo llaman en Yegen, contaba que los alpujarreños eran una gente muy rara que se comían cruda la pata del cerdo y cuyo plato típico era la paella. Un pavo que, tras 20 años viviendo en La Alpujarra, no se entera de que pata de cerdo es jamón y que los platos típicos son las migas y el puchero con pringá no está capacitado para escribir nada que merezca la pena ser leído. A don Herardo lo invitarían a comer los vecinos y, ¡hombre!, las migas y el puchero son comidas para trabajadores del campo. Para darle de comer al inglés, el anfitrión mataría el conejo más hermoso del corral y le haría un arroz caldúo, nunca paella ya que, por entonces, en aquella zona se comía con cuchara.

Vayamos con la película. El País ofrece los jueves y viernes una colección de cine en español. Una de las películas fue Al Sur de Granada y me la compré, más que nada por ver si reconocía los lugares. Tampoco acabé de verla porque aquello podía ser La Alpujarra pero los personajes no se parecían en absoluto a los alpujarreños.
- Brenan llega a Yegen cuando se está celebrando el entierro de una jovencita acostada sobre unas maderas por encima del hoyo. Al terminar el páter su letanía las maderas se separan y angelito al cielo y chocolate a la barriga. Los alpujarreños no entierran ni han enterrado a sus muertos a pelo. Cuanto menos, si no les llega para el ataúd, al muerto lo meten en un cajón.
- Los personajes hablan con un acento andaluz indefinido que nada se parece a la jerga alpujarreña, rica en sonorísimas eses o en la carencia absoluta de ellas, amén de que hablan a puñaos.
- Al despedir a unos amigos de don Herardo montan una fiesta flamenca y, en otra escena, mientras unos trillan en la era, otros flamenquean. En La Alpujarra los únicos que cantan flamenco son los gitanos. Los autóctonos, a lo sumo, tararearán algún fandanguillo pero cuando se monta una fiesta trovan, en una parva cantan mulero y si hubiera que bailar lo harán con robos y mudanzas, nunca un zapateado. El trovo, hoy lo llaman fandango alpujarreño, es una cante simple que sólo necesita una guitarra o bandurria, un violín y dos trovaores y, por supuesto, un jamón o choto al ajillo y una garrafa de vino de la tierra. La música se repite sin parar mientras que los trovaores improvisan quintillas atacando el uno al otro hasta que acaban a piños o los músicos dejan de tocar porque el ambiente se esté calentando demasiado.

No vi más. ¿Por qué los guionistas no se documentan?

2 Comments:

At 30/4/07 18:39, Anonymous Anónimo said...

No sé ni cómo llegué a ésta entrada pero las apreciaciones sobre el libro o la película me parecen muy acertadas. Saludos. El veterinario.

 
At 1/5/07 20:16, Blogger dalr said...

Bueno veterinario. Pues que viva el azar. Bienvenido y gracias!

 

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